Cuando los plazos para conformar las listas partidarias con miras a la próxima elección presidencial en la República Argentina estaban por vencer, era obvio preguntarse hacia dónde terminaría dirigiéndose el llamado “Frente Renovador”, el extraño traje a medida diseñado por el peculiar líder peronista Sergio Massa. En las encuestas, Sergio Massa aparece con una intención de voto a su favor algo por debajo del 10%. Esa, y no otra, es la medida política de su “valor” máximo, en todo caso.
El ex intendente de Tigre ha comenzado a maniobrar y cerrar trato con el peronismo para participar de un “gran frente opositor”. A estar a los medios, pide dos condiciones: la primera es la de poder competir con una propuesta propia en las PASO, lo que supone no conferir un “cheque en blanco” al evangelio peronista, y merece un tibio aplauso. Pese a que sus posibilidades de éxito son casi nulas. La segunda tiene que ver con el “botín político”, en caso de llegarse a un acuerdo. Massa quiere mantener a los intendentes que le son leales y asegurarse un número de bancas al tiempo de eventualmente gobernar. Su preocupación principal es entonces cuánto le puede “tocar” en el esquema de distribución de poder si gana el peronismo. En esto ha salido perdidoso. “La Cámpora” (esto es el belicoso rincón zurdo del peronismo) se adueñó de las principales candidaturas.
Con abierto nepotismo, Sergio Massa impulsó además a su esposa, Malena Galmarini, como candidata para la intendencia en el Partido de Tigre. En su búsqueda de titularidad de bancas parlamentarias, Massa pretendió un diputado provincial y tres diputados nacionales, en este último caso por la provincia de Buenos Aires. Esas pretensiones sugieren que para Sergio Massa el resultado electoral es una suerte de “botín de guerra”, en el que –cabe señalar- pretende participar personalmente con la obtención de un escaño parlamentario para él mismo.
Sergio Massa siempre me ha parecido una muy sospechosa incógnita. Sus ambiciones hoy confirman que lo que busca –como muchos- esencialmente es poder. Hay quienes aseguran que su ruidoso aparato partidario hasta ahora habría sido financiado por un conocido y cuestionado banquero argentino. Puede ser cierto, o no. Pero el rumor existe.
Pero lo que está bien claro es que no es fácil adivinar de dónde ha obtenido sus ingentes fondos Sergio Massa para poder mantener activo y visible al llamado Frente Renovador, partido sin mayores antecedentes en la República Argentina. Se puede presumir, por ello, que algunos “lo bancaron”. La gran pregunta es ¿quiénes? Mientras esto no se aclare, la imagen de Sergio Massa continuará como hasta ahora, siendo difusa y poco clara. Y su valor político real, muy cercano a cero.
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
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