Pasó de un respaldo a dicha medida del 56% a uno del 53%. No es, sin embargo, un endoso menor. Lo que evidencia el nivel de respeto que aún tiene el líder que en su momento derrotara, con el coraje del caso, nada menos que a Sendero Luminoso, pese a los serios problemas que en su momento se le enrostraran y lo llevaran a prisión.
En contracara, la popularidad de Kenji Fujimori, que ha sido el artífice principal de la liberación de su padre, trepó enseguida enérgicamente, del 33% al 38%. Y la de su hermana Keiko, del 29% al 30%.
A su vez, la popularidad del presidente Kuczynski, que esencialmente carece de caudal político propio, pasó del 25% al actual 23%. Y su nivel de rechazo sigue siendo claro, y hasta preocupantemente grande: del 70% de los entrevistados que así responden, muy negativamente. Lo mismo sucede, aunque en alguna menor medida, con los principales ministros que componen su actual gabinete, incluyendo a la ministra de economía, Claudia Cooper.
Los peruanos, cabe puntualizar, son siempre particularmente desconfiados de sus líderes políticos. La opositora Keiko Fujimori, por ejemplo, tiene una desaprobación del 65%; su hermano y rival, Kenji Fujimori, una del 55%; el centrista Julio Guzmán una del 53%; y la izquierdista Verónika Mendoza, una del 63%. En el competitivo y altamente dividido mundo de la política del Perú es entonces aparentemente cierto aquello de que: “nadie es profeta en su tierra”. Todos generan alguna resistencia.
Emilio J. Cárdenas.
Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
|