Si a los $ 111.000 millones del "plan argentino de obras públicas" le sumamos los millones que le prometió el gobierno a la clase media para alentar el consumo, para una "Navidad feliz", la "inversión" se acercaría al 10% del PIB.
Ahora, esto significa que el Estado desviará, de manera coactiva (vía impuestos, confiscación de las AFJP, etc.) recursos que el mercado pensaba manejar de otra manera. Más allá de la soberbia implícita (creer que el gobierno invertirá mejor que el mercado), lo cierto es que, como dice la escolástica tomista, la violencia (coacción) siempre destruye. El gobierno no solo destruirá recursos (al asignarlos ineficientemente) sino que activará emprendimientos estatales que generarán todavía más gastos.
Como el monopolio de la violencia, que ejerce el Estado, le permite obtener recursos de manera "independiente" del mercado, la eficiencia empresaria deja de ser una necesidad en "tiempo real" para convertirse en un esfuerzo innecesario e inútil.
La ineficiencia tiene el mismo origen que la corrupción y es un hecho subjetivo, ya que implica lo mejor para cada sujeto y, por tanto, las burocráticas generalizaciones no sirven. Y se da cuando cada una de las partes, en cada acto particular, tiene la mayor libertad de modo de poder decidir lo que mejor le satisfaga. Cuando un comerciante vende es porque necesita más el dinero (para invertir en su negocio, etc.) que la mercancía que prefiere el comprador.
El Estado, al imponerse coactivamente por sobre la decisión particular de las personas, impide esta eficiencia, y promueve la corrupción ya que los actores se ven tentados a insistir en su preferencia, que el Estado decide, sobornando al funcionario.
Por caso, un interesante informe de Transparency International del 2006, señala que los sobornos son comunes en los sistemas sanitarios. En el mejor de los casos, la corrupción significa que los hospitales o los pacientes pagan mucho más por los servicios, y en el peor implica la muerte de personas como consecuencia del consumo de fármacos falsos. Por ejemplos, en Camboya más del 5% del presupuesto sanitario "se pierde por corrupción". En Costa Rica, casi 20% de un préstamo internacional de US$ 40 millones para equipamiento médico desapareció en "bolsillos particulares".
El Estado venezolano, paga por una cama diaria en un hospital público más del triple de lo que pagan los centros de salud privados, según Juan Correa, jefe de cirugía del Hospital Luciani, y justifica "la diferencia de precios obedece a la burocracia y excesiva cantidad personal".
Unos años atrás, Steve Hanke ya denunciaba que "mediante la Dirección de Veteranos (VA), el gobierno estadounidense opera el mayor sistema de servicios de salud del país... el costo de construcción por cama de los hospitales de la VA es casi 290% mayor que para hospicios privados... el equipo de administración de construcción de la VA tiene 16 veces más empleados por cama que... el sector privado, y los proyectos de la VA requieren de 3,5 veces más tiempo de construcción que los privados... el costo promedio de los hospitales de la VA supera en 70% para tratamiento agudo... 48% para cirugía, y 140% para tratamiento regular al costo en un hospicio privado".
Ningún servicio estatal es gratuito, por el contrario, su costo aumentado por la ineficiencia y la corrupción, es pagado por vía impositiva, precisamente, por los más pobres porque los empresarios pagan los impuestos derivándolos (bajando salarios, aumentando precios, etc.) hacia abajo.
Peor, estos pobres que financian al Estado, muchas veces no tienen el tiempo o el dinero como para llegar y utilizar estos "servicios gratuitos". La realidad es que la obra pública (y las empresas estatales) sirven a los ricos. Por caso, no veo pobres volando en Aerolíneas a Punta del Este, ni pidiendo créditos subsidiados en el Bapro o el BNA.
Con la baja en los commodities, en la actividad general y ahora esta dilapidación de recursos que aumentarán el gasto estatal, me parece que Daniel Volberg, del Morgan Stanley, es optimista al decir que la economía argentina caerá 2,2% en 2009, mientras que el dólar se disparará (quizás más de $ 4,50) y la posibilidad de otro default se acerca rápidamente.
Fuente: Fundación ATLAS